SOBRE LA MARCHA: Pensamientos a la luz de la luna

Se asomaba a la terraza de su casa. Era un ritual normalmente tempranero pero que muy bien podía transcurrir durante toda la noche, como de un tiempo a esta parte le pasaba. Hiciera frio o calor siempre, lo primero que hacía nada más levantarse de la cama, era salir a la terraza, como buscando el aire límpido de la calle para librarse del aire contaminado de su casa. Se proveía de tabaco y cerillas y pasaba un rato largo fuera, solo, pensando. Últimamente necesitaba de la soledad para poder poner su cabeza un poco en orden. Su corazón se había quebrado en dos pedazos y eso dolía, dolía en grado extremo. Su confusión era grande, su preocupación tan extrema que las noches se hacían duras, largas pudiéndose despertar a cualquier hora y automáticamente levantarse hacia la terraza como un autómata a fumar, uno, dos o tres cigarrillos que empezaba a consumirlos con ansiedad y que en el tercero las caladas se hacían más largas y profundas. A él, el tabaco le tranquilizaba, le hacía concentrarse o eso pensaba… Los olores nocturnos le agradaban sobremanera, cada minuto le percibía distinto al siguiente minuto y estos distintos entre sí. Y su mente colérica cabalgaba de un pensamiento a otro por huir, por no querer enfermar, yendo a la velocidad de la luz, sin darse tregua, por no querer pensar en lo único que tenía en la cabeza metido como un martillo pilón dándole permanentemente golpes tratando de enloquecerle. Divagó sobre si podía ser posible percibirse la finitud del tiempo. Le hacía estremecer solo la idea de que en cualquier momento su cuerpo fuera a desaparecer aunque los momentos que estaba viviendo no eran fáciles y tampoco le importa excesivamente el asunto. Pero no por ello dudaba de su existencia. Su cabeza disparada, pasó al siguiente tema como si cada uno de los anteriores los hubiera podido cerrar. Cada día de la semana tiene también un color distinto pero curiosamente tampoco siempre es el mismo, no todos los lunes son naranjas ni todos los jueves azules, hoy sin embargo había tenido la sensación de haber pasado un día rosa dulce durante prácticamente toda la jornada. Los colores de los días eran tan variables como quisiera la luz y el estado de ánimo. Sobre todo, conforme fuera el día, así podía terminar de ese color o transformarse en otro bien distinto. Y sonriendo de los pensamientos a la luz de la luna, cuando se dejaba ver, decidía irse a la cama dando una fuerte calada al cigarrillo casi acabado, tirándolo lo más lejos que podía impulsándolo con el pulgar y el índice y este chocando con el asfalto de la carretera saltaban por los aires volutas de ceniza enrojecida. Olor y color conformando toda su existencia. Apoyado en la baranda de la terraza agarrándose la cabeza, pensando en todo lo que había dejado de hacer y en todo lo que le quedaba por dejar de hacer…

Comentarios

  1. A mi me gusta pensar en todo lo que me queda por hacer aunque, como romántica que soy, tenga muy presente todo lo que he dejado por hacer. Gracias por permitirme engancharme a tu escritura. Cuca.

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  2. Fandila estás redondo.

    Reque

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