SOBRE LA MARCHA: Buena hora para morir

Me ha vuelto a aparecer. Vuelve a aparecer todos los días desde hace dos semanas. Y siempre es igual. Me despierto angustiada. Son las cuatro de la madrugada y a esas horas no queda nadie en la calle. Los trasnochadores ya se han ido a dormir y a los madrugadores todavía les quedan un par de horitas. Y yo por supuesto en medio de la calle, de mi calle, de mi barrio, del de siempre, sin saber muy bien que hago allí, medio vestida, descalza y como buscando algo que desde que me dan estos episodios extremos, nunca he sabido muy bien lo que es. Yo a esas horas en la calle y de esa guisa. Son síntomas claros de que algo no anda demasiado bien en mi cabeza y aunque el médico de familia le ha quitado importancia, siempre lo hace, a mí me preocupa. Pienso, como hago habitualmente con todo, por el futuro, por lo que pueda pasar, por mis hijos…Mi chico es mucho más racional que yo, mucho más tranquilo, no le quiero despertar aunque sé que a pesar de que tenga que levantarse tres cuartos de hora después de mi llamémosle crisis, no le importa. Pero yo no quiero molestarle. Es el caso raro, no es trasnochador porque no puede serlo y tampoco le considero madrugador porque me parece insultante que otra persona, que sí cree que lo es, se levante dos horas después. Cuando sale por la puerta de casa, sobre todo al principio, cuando empezamos a vivir juntos, sentía algo de miedo por todo, por quedarme sola, por si le pasaba algo a él, para siempre. A veces la angustia me llegaba de tal manera que necesitaba dormir esas horas en casa de mis padres que viven dos pisos más arriba. Buscando la protección ante la catástrofe. Tal vez por esa razón nunca he querido salir de mi mundo en el que he pasado toda mi vida, tal vez por eso me dé algo de vértigo todo lo que esté más allá de mi control. Aquí lo tengo todo…No entiendo muy bien a qué se debe la respiración jadeante, el pulso acelerado, la sudoración fría, y mis ojos excesivamente abiertos, cuando me incorporo de la cama. Cualquiera puede pensar que he sufrido una pesadilla, de las de libro o de las de película americana, pero yo no recuerdo nada, solo esas imágenes de mi calle que de tan tenue y repetida, ya me pertenecen. Y me he ido acostumbrando tanto a ellas, que cuando me faltan la echo de menos. Ya no la considero ni pesadilla. Tal vez lo único que me inquieta es que siempre sucede a la misma hora. Si no me engañan los ojos cuando miro el despertador, marca las cuatro. Ni minuto más ni minuto menos y ahí mi cabeza se pierde en un mar de fantasías y dudas porque me desazona pensar que algo me avisa de que esa hora puede que sea la mía, bueno ahí estaremos todos a una hora o a otra. Pero mis dudas y mis fantasías se desbocan y mi desasosiego tenga algo que ver no tanto conmigo sino con alguno de los míos y eso me enloquece. Será que todavía tengo demasiado fresco, aunque han pasado algunos años, la muerte de mi padre. De vez en cuando brota mi preocupación ante la pérdida de alguno de los míos. Pero vamos las cuatro de la mañana o de la madrugada es una hora como cualquiera para morir tal vez la diferencia esté en que te atrape con el sueño, en silencio, sin molestar ni llamar demasiado la atención. Tal vez un buen premio para una vida…

Comentarios

  1. dedicada a mi familia y dos grandes pasiones:la escritura y la música. Cuca.

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