SOBRE LA MARCHA: Buenos días

Son las seis y media de la mañana y te acabas de levantar. Buenos días. Te haces un café cargado y muy caliente, una tostada con un poco de aceite aunque no te apetece demasiado pero por llevarte algo sólido al estómago y esa media hora más o menos hasta que te tengas que poner en marcha, para ti, es un poco la continuación del sueño pero aprovechado de otra manera. Abres el ordenador y pones la televisión sin sonido en el canal de noticias que habitualmente sigues. Todavía sientes preferencias por una cadena que por otra. Las jornadas laborales se te hacen largas y tediosas y para cuando te quieras dar cuenta ya estarás en el atasco, con los coches pitando nada más ponerse en verde el semáforo, que te da cada vez más rabia de los nerviosos del volante, de los caga prisas, como si tuvieran ellos el interruptor de encendido y que a su voluntad pudieran disparar la salida solamente para poder tocar la bocina o el claxon o el pito, lo que tenga cada uno. Pero ahora estás en pijama, porque tú eres más de pijama, porque te sientes más abrigada. Toca disfrutar de tu momento de silencio en casa. Te gusta abrir las cortinas de la ventana de la cocina y ver el resto del amanecer. Ahí tu estado de ánimo tendrá algo que ver con el día que haga. No te gustan los días demasiado lluviosos aunque tampoco tan claros que no se pueda abrir ni los ojos. Pero sin duda prefieres el buen tiempo. Da mejor rollo además es que es un desahogo bajar con la chavalería al parque y que quieras que no pues se pasan dos horitas en tertulia con las amigas hablando de cualquier cosa que se les venga a la cabeza. Porque con ellas de todo o casi de todo se puede hablar y cada una habla de cómo le gustan las cosas, en cuanto a la ropa de andar por casa unas se ponen más cómodas que otras, pero para dormir prefieren en su mayoría el pijama como yo, aunque siempre hay alguien que por llevar la contraria o para establecer la polémica dice que no, que prefiere el camisón porque facilita mucho más las relaciones con los maridos. Ella no está muy de acuerdo porque una cosa no quita para la otra y que de vez en cuando un fuerte tirón en el pantalón y si suena a desgarro es como el premio, porque estaba para tirarlo y no sabía en qué momento hacerlo pues mira mejor. Además aunque solo sea para variar un poco que eso pone mucho. Y en ese momento se mete en la conversación Erminda, que además parece dominar el tema. Es una negraza grande, cubana, simpática que cuida de la madre de la vecina del segundo y que coincide con nosotras a la misma hora cuando sacamos a los niños a que se desfoguen un poco más en el parque que hay al lado de casa. Dice que la abuela se entretiene viendo jugar a los niños. Según ella tiene mucho que ver el calor, que con el calor las ropas que una se pone son más ligeritas o no es verdad. Porque se supone que cuanto más calor menos ropa o no es verdad y cuanto menos ropa los hombres se ponen mucho más dispuestos, te miran más o no es verdad, pregunta sin querer recibir respuesta alguna y continua hablando de su tierra y del sexo de su tierra, y lo cuenta con tanta gracia y su voz suena a son cubano que casi deja de ser importante lo que dice para valorar más el cómo lo dice. No se explica la carga tan pesada que soportamos con respecto a ese tema cuando otros, muchos más importantes, por lo menos para ella, no parece importarnos nada. Solo pegas y más pegas, trabas y más trabas. Un buen leñador me echaría yo sobre estas carnes tan negras y tan calientes y soltaba una risotada que les hacía reír a todas. Demasiada carga moral para su entendimiento. Demasiada religión interponiéndose en la felicidad de las personas. Para ella un acto de generosidad y de necesidad orgánica que te ofrece la vida. Pero vamos poco más que decir al respecto. Dadle importancia al momento y dejaros de boberías terminaba su discurso con la frase lapidaria, con la cara arrugada como enfadada y mirando al suelo durante un buen rato...Ella supone, después de la polémica surgida entre todas, que es importante en cuanto se trata de la educación que ha recibido y que ello sin valorar si es bueno o malo es lo que hay. Tal vez le de miedo alcanzar ese grado tan elevado de felicidad que casi no pueda controlar como dice Erminda. Se quema los labios con la taza. Y le devuelve a la realidad. Ha puesto la leche demasiado caliente. Abre la página de internet que tiene como favorita y empieza a leer…Son las seis y media de la mañana y te acabas de levantar. Buenos días…

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