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Mostrando entradas de 2017

SOBRE LA MARCHA: El saxo

Maldito lunes. Temía que llegara el momento en que sonara el móvil y apareciera su nombre. La persona que, aún no deseándola realmente ningún mal, no quería volver a ver en mi vida. Y es que durante un año entero me había enamorado del sonido más intenso que había podido escuchar. Era un quejido, era una súplica, era una necesidad de hacerse oír que yo le proporcionaba tan solo con apretarle en mi pecho y acercarme a sus labios y besarlo y él conseguía penetrarme con sus notas, como si me estuviera hablando en un susurro. Un sonido emotivo, intenso, de los que llegan, de los que calan. Maldito lunes apareció en pantalla el nombre del dueño de mi saxo, del que adopté como mi saxo…Sí, sé que no tengo ningún derecho a hablar así, pero no puedo evitarlo y muero de ganas de volver a tenerlo. No otro cualquiera sino el mío por derecho propio…Han pasado unos cuantos años, casi demasiados y espero que lo hayan tratado bien. Estará igual de brillante aunque seguro que mucho menos mimado y lo

SOBRE LA MARCHA: Inocencio

Al pobre Inocencio se le fue la cabeza, según se rumoreaba por todo el pueblo después de su muerte. Una muerte repentina y poco explicable si no fuera porque era Inocencio y de él, se hubiera podido esperar todo o casi todo o cualquier cosa. Esa enfermedad corta le retuvo en vida muy poquito tiempo. Los más viejos del lugar decían que el mal que le llevó a la muerte, no era otra cosa que lo que engendró su madre de ese padre tan deshumanizado que tuvo, calificativo que era un verdadero eufemismo ya que fue durante toda su vida una mala persona y consiguió que le tuvieran tanta inquina que le mataron con un ensañamiento que ni en tiempos de la guerra se recordaba aquello. Eso sí, nadie supo quién lo hizo. Se llegó a decir que eran gentes de otros sitios, de lugares lejanos y a nadie sorprendió estas afirmaciones a tenor de lo que todo el mundo pensaba de él no sin razón. A su muerte hubo un suspiro de alivio generalizado en todo el pueblo. Las gentes asistieron a su entierro no tanto p

SOBRE LA MARCHA: Cualquiera que sea

Posiblemente pueda parecer, entrando en mi cuarto donde me pongo a trabajar, que he conseguido acumular todos los aperos de labranza al uso, para poder escribir sin hacer la más leve protesta ante la falta de algo más que de las ganas de hacerlo: papel, pluma, flexo al lado izquierdo de la mesa de madera. Diccionario abierto descuidadamente por alguna página como si hiciera poco que se acabara de consultar. Libros, recortes de periódico por doquier subrayados a discreción. Papelera llena de deshechos de papeles. Arrugadas pelotas de papel tiradas en el suelo tratando de encestar en la papelera, pero con poco éxito. Papeles, papeles y más papeles todo para poder tener esa sensación de trabajo tan importante para el escritor como para su escritura. Sensaciones de antaño con el humo espeso de un cigarrillo mal apagado en el cenicero matando el resto de olores. O aquel que, por el descuido de unas excitantes frases hechas sin esfuerzo aparente, se va consumiendo solo y ese tabaco envuelt

SOBRE LA MARCHA: Azul Ciego (Serie Metro)

Tenía fijación por ese personaje que parecía haber sido expulsado de un cuento fantástico. Un personaje sucio, feo, maloliente, desdentado, descuidado y con una mancha blanquecina sobre sus hombros. Su chaqueta muy bien pudiera hacer varios años que no se la quitaba. Arrastraba los pies como si le hubieran castigado a llevarse todo lo que hubiera a su paso. Se le quedaban pegados todos los trozos de papel, desde el minúsculo al más grande y cualquiera de los líquidos que llegara a pisar empapaban esos papeles haciéndose una argamasa dura… y los chicles, todos. Chicles que a veces mejoraban las punteras de los zapatos irremediablemente abiertos al exterior. Esa era la cosa que llevaba tapando los pies para no ir descalzo. No podía imaginar cómo podía tener los calcetines, seguro que, corrompidos del sudor, con agujeros, eso como poco, pero surgía la duda de si los llevaba, pero cuando se descuidaba se le veían desnudos los tobillos, aunque tímidamente asomaban trozos de calcetín como s

SOBRE LA MARCHA: La terraza

Llevo viendo unos días la persiana de la terraza de la vivienda del quinto del edificio de enfrente, a medio bajar o a medio subir según se mire. Y francamente no me da buena espina. Y no es que conozca de nada a la anciana que vive allí, tan solo con el buen tiempo sale a dar una vuelta por la terraza de dos por tres, pero cada año de los que llevo, ha hecho la misma operación. A golpe de vista está tan vacía de plantas y flores como la mía: Imagino que pensará como yo: menos que cuidar y menos de qué ocuparse. Me lo recriminan por la sensación de aridez, de abandono que parece que da su falta y no lo discuto, pero sé que no me voy a ocupar de su cuidado y desafortunadamente no me ha dado por hablar con ellas, que siempre sería un consuelo, tanto como los que hablan con sus mascotas y dicen que parece que les entienden y que no les sorprendería si se echaran a hablar, cosa que podrían hacer en cualquier momento… Con el buen tiempo, veía salir a la anciana. Abría la puerta de su t

SOBRE LA MARCHA: Cabrón

No sé qué me pasa, pero no me encuentro nada bien. Llevo unos días que no levanto cabeza y las ojeras están empezando a aparecer y se me marcan demasiado en la cara y se me oscurece el rostro de tal manera que cualquier persona me lo nota y mucho más los allegados. Claro síntoma de que algo no funciona bien dentro de mí. Me asusta porque son los mismos síntomas que cuando estaba en el momento más álgido del sufrimiento y tenía en contra a mi gente. Trataba desesperadamente de convencerlos de que la persona que había elegido para mí no era tan mala, que yo le ponía en un estado casi desesperado sacando lo peor que él tenía escondido y le hacía perder el control de tal manera que ya no era muy dueño de sus reacciones. Yo, sin embargo, no tengo nada escondido, porque todo lo saco a la luz. Creo que no podría vivir ni un segundo con tanta mierda dentro de mí, aunque esa mierda se la diera a los demás: como dice un amigo: La mierda no se la niego a nadie. Pero ahora me doy cuenta de que sí

SOBRE LA MARCHA: AGUS

Empezaba a oscurecer. Había estado esperando este momento con absoluta inquietud desde que el pasado mes alguien indeterminado, me abordara a voz en grito y con un dedo acusador me amenazara o me advirtiera, que en un mes contando desde ese mismo instante, mi vida iba a dar un giro completo y que hasta que llegara iba a pasar momentos muy amargos. Era un día en que a pesar de ser invierno hacía sol y calentaba lo suficiente como para que el paseo fuera uno de los momentos gratificantes. Iba agarrado de la mano de Miriam, mi mujer y por el otro extremo de mi hijo Carlos el mayor de los tres que teníamos. Se puso de frente, me miró con los ojos muy abiertos. Traté de escaparme de ellos porque hacían daño. Tenía una mirada como de espanto, como si realmente me hubiese visto en ellos algo más que un iris de color negro y una pupila mucho más negra todavía. Es decir pura y llanamente mis ojos. Conseguí zafarme de él sin darle más importancia, a la vista de mi hijo: una ligera alusión a la