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Mostrando entradas de mayo, 2011

SOBRE LA MARCHA: El ojo de la cerradura

Lo sé, se que todo el mundo, escritor, charlatán, o gente de la calle, de la que llamamos vulgarmente, gente, ha tenido una experiencia similar sino igual a esta que me toca contar. Por lo tanto dejaré de pensar que soy el único en la especie que le ha pasado algo parecido, sino que es tan habitual que todo el mundo sin excepción tiene algo que decir al respecto; bien porque le haya pasado directamente o bien porque conoce a alguien que se lo ha contado. Como un mal chiste. Al gano...El ojo de la cerradura de la puerta de la habitación de la mujer que vivía con nosotros, esto es un eufemismo de libro, la chacha que vivía con nosotros en casa, allá por los años sesenta, fue todo un descubrimiento para mis sentidos. Fue toda una puerta abierta al mundo de lo prohibido, al mundo fantástico de otro cuerpo distinto al mío y además de otro sexo del que me fascinó desde el principio: no quiero que dejen de leer por los tópicos que voy a emplear sin querer, pero procuraré evitarlos de  la ma

SOBRE LA MARCHA: Yo no me corto

Decididamente tengo que pensar que, este olor que tengo en las manos, no se me va a quitar nunca. Llevo dándome de todo pero no consigo erradicarlo por completo. Y es que me he pasado la tarde preparando la cena y la comida de mañana. Será que no tengo otra cosa que hacer. La verdad es que no me encontraba demasiado bien y cogí por banda la ristra de ajos y casi me pico todos los dientes. Es una exageración pero al final es lo que más me relaja. Tengo días que me ocupan solo unas pocas horas y horas que se pasan como días largos y pesados imposible acabar con ellos si no es de la manera más sencilla: echarse y dormir con un poquito de ayuda medicamentosa. También tengo la segunda posibilidad: me pongo como una loca a pelar ajos hasta que se me pegan las manos. Y es que voy notando como se acerca la tristeza como una nube gris y agorera que me va penetrando lentamente. Es en ese momento cuando, si no tomo la decisión de meterme en la cama, me acabo cabreando conmigo misma por la tonte

DEL CUADERNO DE NOTAS: Un fino hilo

Últimamente me paso las horas charlando contigo. Últimamente todo parece distinto aunque aparentemente todo siga igual. Junto tus preguntas con mis respuestas y ahora mis preguntas con las tuyas...y juego, juego a cambiarlo todo, a mezclar a variar el orden de las respuestas para comprobar la importancia que tiene cualquiera de ellas. Y pretendo cambiar algunas por mal contestadas o matizarlas. Eso es difícil en una conversación. Hablar es más bonito que escribir por lo que lleva de calor en la comunicación entre humanos, aparte de compartir una cerveza o dos, lo cual está muy bien. Pero yo no me expreso de la misma manera, me encuentro más a gusto escribiendo, necesito pensar las respuestas o meditar un concepto para poder seguir desarrollando el lenguaje. Escribir es otra cosa. Es dejar que te hablen en su lectura en cualquier momento, que acaricien las hojas del libro como si fuera tu propio rostro, que te comprendan, o que no estén en absoluto de acuerdo con lo que has escrito, p

SOBRE LA MARCHA: Sin querer quiere Ramón...

Y ahora qué hace. Su cabeza no para de funcionar. Ha empezado a quererla y tiene miedo. Como si querer a alguien fuera malo. El mismo sentido de la palabra le puede producir urticaria. No Ramón, no debes dejar que ese sentimiento te atrape, déjalo estar y ya verás cómo se te pasa, le dicen con sorna en el bareto la gente a la que le ha confiado su perturbación. Y él piensa que, aún pasándolo mal, no cree que sea tan malo. Ha tenido demasiado claro sus sentimientos. Se va a dar un tiempo. Digamos que hasta el mismo momento en que la vuelva a ver. Tiene una ligera idea de cómo es, aunque no se haya quedado con todas sus facciones. En una rueda de reconocimiento policial, posiblemente acertaría siempre y cuando no hubiera grandes diferencias, claro está. Ese pensamiento le esboza una ligera sonrisa que no es capaz de contener. Se sorprende porque sabe que nunca ha sido un hombre ocurrente. A lo mejor se podría haber equivocado y por esa misma razón necesita volver a verla al menos una ve

SOBRE LA AMRCHA: Sobriebrio

Pendiente de un hilo. Así llevo toda la semana. La cabeza no me deja tranquilo ni un solo momento. Las noches, las que no paso en vigilia, sueño, y siempre acaban en pesadillas que me despiertan violentamente. Y siempre el mismo sueño. Un sueño repetido constantemente como si fuera una de esas fuentes donde saliera la misma agua una y mil veces. Se manifestará así la locura? Puede que solo sean sensaciones sintomáticas o puede que síntomas sensacionales. Y si esto último, una fatalidad. Puede que sea todo pasajero. Pero lo que no puede ser es que esté, permanentemente, día y noche, machacándome la cabeza sin piedad. No, eso no es justo. Solo noto alivio cuando empiezo a perder la cuenta de las cervezas que me tomo. Solo en esos momentos se seda, se queda adormilada y se despiertan otras partes que estaban escondidas dentro del cerebro. Puedo pensar, me deja pensar y aunque en una nebulosa soy bastante consciente y hasta me atrevo a tomar decisiones, cosa que estando sobrio no hago. S

SOBRE LA MARCHA: La pasajera del circular

Tu fragancia me mantuvo despierto durante buena parte de la noche. A la mañana siguiente me obsesionaba la idea de no volver a encontrarte en el autobús. Según recordaba, habían sido tres veces de contacto ocasional y dos buscándote como un loco, sin conseguirlo. Esperaba el autobús, esperaba el autobús, esperaba el autobús, viendo pasar uno tras otro hasta que te veía aparecer y entonces solo entonces me montaba y procuraba arrimarme hasta que tú te dieras cuenta de mi presencia. Resultaba difícil ya que la mayoría del tiempo te lo pasabas mirando un libro. Te observaba, te miraba, te recorría centímetro a centímetro y no te dabas por enterada. No podía ser que no sintieras mis ojos penetrándote. A veces me vestía de una manera tan llamativa que a ojos de cualquiera podría parecer un disfraz o una chaladura de un chalado de las muchas y muchos que existen en el mundo !Hay tanta gente tan rara¡ Unas veces me ponía los cascos del MP3 tan altos, que se podían oír perfectamente por cual

SOBRE LA MARCHA: Ropa sucia

El minúsculo botón se desprendió de la camisa en el mismo momento en que Fernando se disponía a pasarlo por el ojal. Ya hacía días que venía notando la flojera de sus hilos y su pequeño desprendimiento de la camisa pronosticaba los peores augurios. Evidentemente cayó al suelo. Cayó no como se podía haber esperado de cara o de cruz siendo ambas imposible de reconocer por lo menos por él. Si no de canto y la propia fuerza hizo que rebotara tres o cuatro veces hasta que empezó a rodar parándose en seco debajo de la silla que le servía casi exclusivamente para dejar abandonada la ropa que se quitaba por la noche. La magia de la madre habría hecho que aquél cúmulo de intolerable indolencia o como él lo llamaba ropa sucia, desapareciera como por arte de magia y tan solo dos o tres días después apareciera dentro del armario de su habitación ordenado en perchas, limpio, perfumado y planchado. En fin todo un acto de brujería que solo una madre como la suya podría hacer sin esfuerzo aparente. Y

SOBRE LA MARCHA: Y esos labios…

Los periódicos amontonados en un extremo de la mesa baja de cristal. Tres caras pegadas en la portada de uno de ellos. Un hombre a cada lado y una mujer negra en el centro. Sus labios extremadamente brillantes, extremadamente gruesos y perfilados con una raya contorneándolos, como si lo necesitara, un poco más oscuros. Labios pegados, labios como sellados. Labios que al besarlos seguro que no atenuarán su brillo, pero dejando al besando impregnado de su tinta. Sensualmente pegados sin contar mucho más de lo que dirían abiertos. Tal vez callando para guardar todo lo que saben. Son turbadores y atractivos. Todos los labios de las tres caras pegados y como expectantes a la pregunta. A un lado unos labios de varón finos y rosados. En el otro extremo labios gruesos tan negros como los de la mujer negra que tiene a su lado, pero menos brillantes y cortados en decenas de tiras finas. Con el dedo índice de mi mano izquierda me atrevo a pasarlo cruzando la línea de la lógica, pero me atraen ta