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Mostrando entradas de agosto, 2011

SOBRE LA MARCHA: Bocadillo de Chorizo

Ver a esa niña con su bocadillo de chorizo comiéndolo con fruición como si no fuera haber otra comida después de esta, con todos los morros pintados de pimentón, y disfrutándolo. Aunque parezca una exageración, creo que lo estás disfrutando más tú viendo cómo se lo come y te complace...y lo disfrutas. Y de repente ves que esa niña se ha hecho mayor que le dicen que cuidado con abusar del embutido que no es demasiado bueno para el colesterol y qué ya sabes adónde van todas esas calorías y en fin todas esas historias del mundo de la salud, como si todo dependiera de la comida y nada más. Y te enfadas y le dices al primero que te lo refiere: que si el estrés no engorda y que si la presión de la banca sobre las personas hipotecadas que se las desean para pagar a fin de mes no engorda la cabeza y que si ver tu cara todos los días no es tan preocupante como para ponerse de bocadillos de chorizo con cerveza hasta arriba. Y añades lo de la cara del jefe y...Y la gente te mira preocupada por t

SOBRE LA MARCHA: Me empiezan a doler las piernas...

Atrapado entre el mundo real y la fantasía. Esperando que la vida se vaya apagando poco a poco, paso mis días con sus noches dentro de mí mismo, cada vez más ajeno al mundo. Me siento como si estuviera encerrado en una matrioska de esas que venden ahora en cualquier tienda de regalos, regalos convertidos en objetos sin personalidad, comprada en la plaza mayor de Madrid. Qué decir de ese toro negro con las pezuñas blancas pintadas y con una bailaora vestida de faralaes pegada a su grupa, expuestos en cualquier tienda de la plaza roja de Moscú: digo yo que será para que cualquier turista español enajenado lo compre. A eso, es a lo que yo llamo, pérdida de carácter de las cosas. Y el ser la última figura sacada de las tripas de la Matrioska, que es así como me siento yo, es a lo que no me adapto ni creo que me adapte nunca. Vegeto dentro de las grandes paredes de un edificio horroroso, dentro de las paredes de lo que dicen es mi habitación. Pero ellos no entienden que por mucho que

SOBRE LA MARCHA: Imagínate...pues no.

...Imagínate que mañana te viene el pivón ese que dices que tienes en tu oficina y del que todo el mundo tiene pensamientos excesivos y te dice que si encuentras mañana mismo un lugar y un juez, se casa contigo... Rafa se quedó perplejo. Y de dónde te has sacado esa idea, tú que tienes un pensamiento tan lineal. No sé, se me ha venido de pronto a la cabeza, me ha hecho gracia y te lo he dicho. No tendrá un doble significado no me estarás diciendo algo sin querer decírmelo del todo. Te has echado novia y quieres casarte. Pues no. Entonces es que estás más chalado de lo que yo pensaba y estás tan habituado a tus chifladuras que ya es que ni te das cuenta. ¿Me lo estás diciendo en serio? No te conozco. Espera que me vienen más cosas. ...Imagínate que mañana te levantas y te faltan los dedos de la mano derecha. Y ni te duele ni nada. Como si tal cosa. No pongas esa cara hombre, solo te pido que lo imagines, es fácil, mañana te levantas de la cama y te encuentras que no t

SOBRE LA MARCHA: El espejo y el asomado

Hasta el mismo momento en que el espejo reflejó una imagen irreconocible no me di cuenta de su envejecimiento. Sin duda yo no podía ser aquél que el espejo me ofrecía. A lo mejor quería darme a conocer a otra persona que antes se hubiera asomado a aquel mismo espejo y que sería seguramente ella, la otra persona la que había guardado en su memoria y que ahora en una suerte de venganza, hastío o por un hartazgo de ver a cada momento esas caras tan tontas, tan simples, tan distintas se dedicaba a mostrar caras, como quien tiene un muestrario y lo enseña. Caras, siempre caras, o en su mayoría. Caras somnolientas, o llenas de legañas, sacando desproporcionadamente la lengua para mirarse concretamente ¿el qué? y con esa cosa en la cabeza que dicen parecerse al pelo y que hasta que no lo cepillan o peinan puede ser cualquier cosa. O sencillamente está tan aburrido que ha decidido pasarlo bien y burlarse de todo el que se mire. Y es que es inevitable que las personas nos asomemos a ese espaci

SOBRE LA MARCHA: Y si los libros fueran leídos...

Los libros se me amontonan en la mesilla de noche, en la mesa del comedor e incluso en la mesa de la cocina. Se va pareciendo a una pequeña plaga que me lo inunda todo y que no soy capaz de exterminarla. Siempre pensé, desde bien pequeño que ellos, los libros, tenían vida propia y no solo por lo que dijeran, por las historias que contaran, sino que ellos mismos generaban vida, aunque otro tipo de vida, claro está, como sumergida, como paralela a la concebida por nosotros. Pero vida al fin y al cabo. No pensaba que se tratara de objetos inertes que valieran solamente para leerlos o releerlos, cosa más complicada esto último, pero que había gente rara que lo hacía, o para regalar envueltos en bonitos papeles de colores y con lacito. Pensaba que ellos cuando se les abandonaba más tiempo del que consideraba cada uno, también entre ellos tenían su carácter, exigían sus derechos y de alguna manera se dejaban oír. Supongo que un poco condicionados por la historia que contuviera cada uno. As

SOBRE LA MARCHA: Sopa de letras

...aunque seas un imposible, acepto el reto que me pones, dijo Ramón con desparpajo a la vez que giraba la cabeza casi con violencia y con el ánimo de esperar la contestación durante el tiempo que fuera necesario. Todo lo que necesito, musitó entre dientes, es confianza en mí mismo como para convencerme y creo que siempre lo he conseguido. Y continuó con su razonamiento: entre todas las letras me quedo con la a y con la b. Y entre a y b me quedo con la y, no, no quería decir eso y esbozó una sonrisa por la gracia que le había hecho el chiste que se había contado y que era tan raro en él. Continuó, una vez que volvió a reponer su compostura entre a y b me quedo con la a, porque es la primera de las letras, aunque como soy tan egoísta me quedo si me dejan, con las dos. Por qué dejar una letra en el plato cuando me las puedo comer todas ellas. Por qué tirar una letra si puedo comérmela también. Miraba el plato de sopa y golpeaba el caldo con la cuchara. Había perdido la única letra b qu