SOBRE LA MARCHA: Yo no me corto

Decididamente tengo que pensar que, este olor que tengo en las manos, no se me va a quitar nunca. Llevo dándome de todo pero no consigo erradicarlo por completo. Y es que me he pasado la tarde preparando la cena y la comida de mañana. Será que no tengo otra cosa que hacer. La verdad es que no me encontraba demasiado bien y cogí por banda la ristra de ajos y casi me pico todos los dientes. Es una exageración pero al final es lo que más me relaja. Tengo días que me ocupan solo unas pocas horas y horas que se pasan como días largos y pesados imposible acabar con ellos si no es de la manera más sencilla: echarse y dormir con un poquito de ayuda medicamentosa. También tengo la segunda posibilidad: me pongo como una loca a pelar ajos hasta que se me pegan las manos. Y es que voy notando como se acerca la tristeza como una nube gris y agorera que me va penetrando lentamente. Es en ese momento cuando, si no tomo la decisión de meterme en la cama, me acabo cabreando conmigo misma por la tontería, por aguantar, y es que soy demasiado bruta para con lo mío, cosa que no me pasa con los demás de la casa que siempre estoy pendiente de ellos. De todos ellos. Y ya son todos mayorcitos. Pero es mi educación, la que he recibido de mis padres y no conozco otra ¡Que le voy hacer! Solo espero por el bien de las niñas de ahora y futuras mujeres que no cometan tantas tonterías y que se empleen en estudiar para que les limpien otras. Que una también tiene derecho a vivir.
Me pongo a pelar los ajos dos horas antes de preparar la comida y todo lo lenta que me dejan los nervios. Así, voy sacándoles la piel uno a uno y seguidamente los parto por la mitad a lo largo y les saco el núcleo que es lo que repite según todos los expertos en la materia, los lamino y los hago picadillo, y por si acaso se ha quedado alguno los vuelvo a dar con el cuchillo para pulverizarlos. Y cojo otro y vuelvo hacer la misma operación porque me tranquiliza, es bueno para mis nervios y para que mi cabeza no se sienta agotada porque no pienso en nada solo en los ajos: solo en ellos. En fin que a lo largo del día y después de pasar unas dos horas pelando ajos todavía me queda otra para preparar la cena y la comida. Con lo cual me ventilo tres horitas unos días sí y otros también en el arte de pelar sin pillarte la piel o sin limarte las uñas demasiado, eso sí con la radio haciéndome compañía. Y aunque pueda parecer que el tiempo de la peladura cunde, al final no me pelo más de cinco o seis cabezas de ajos. Todavía me quedan unos cuantos en la ristra que tengo colgada de un cordel a una alcayata en la fresquera de la cocina pegado a la pared donde azota menos el viento porque en la otra me puse un tendedero enrollable para que no me ocupara demasiado sitio y porque en esa pared siempre corre demasiado viento. De los nervios voy un poco mejor aunque mi médico no quiera seguir con la medicación, yo creo que está esperando a que salga esa medicina nueva que te equilibra perfectamente. Pero vamos, estoy mucho más tranquila.

Comentarios

  1. Me alegro que estés más tranquila. Dime el nombre de la nueva medicina que equilibra......Cuca.

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