SOBRE LA MARCHA: Ropa sucia

El minúsculo botón se desprendió de la camisa en el mismo momento en que Fernando se disponía a pasarlo por el ojal. Ya hacía días que venía notando la flojera de sus hilos y su pequeño desprendimiento de la camisa pronosticaba los peores augurios. Evidentemente cayó al suelo. Cayó no como se podía haber esperado de cara o de cruz siendo ambas imposible de reconocer por lo menos por él. Si no de canto y la propia fuerza hizo que rebotara tres o cuatro veces hasta que empezó a rodar parándose en seco debajo de la silla que le servía casi exclusivamente para dejar abandonada la ropa que se quitaba por la noche. La magia de la madre habría hecho que aquél cúmulo de intolerable indolencia o como él lo llamaba ropa sucia, desapareciera como por arte de magia y tan solo dos o tres días después apareciera dentro del armario de su habitación ordenado en perchas, limpio, perfumado y planchado. En fin todo un acto de brujería que solo una madre como la suya podría hacer sin esfuerzo aparente. Y que tan solo un personaje tan insensible como Fernando no hubiera dado ningún valor a ese acto tan normal, tan habitual…La angustia le llegó en el mismo momento del desprendimiento del botón del puño de la camisa que incomprensiblemente se había dejado caer a esas horas tan insensatas un lunes diez minutos antes de abandonar la casa para ir al trabajo. Dónde coño habrá caído el maldito botón. No había habido otro momento. No cabía duda que para él era una fatalidad que le podía suponer o ir a la oficina con la manga de la camisa colgando cosa que no podía permitirse o más tarde cosa que no estaba demasiado bien visto ni por compañeros ni por los jefes. Pero por otra parte cambiar de camisa suponía tener que cambiar de corbata y por ende de traje. Coserlo, imposible se podría tirar horas haciéndolo. Todo un problema y toda una ruina para un recién emancipado a sus treinta y seis a punto de los treinta y siete. No debía de haberme ido tan pronto de casa, pensó…

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