SOBRE LA MARCHA: La pasajera del circular

Tu fragancia me mantuvo despierto durante buena parte de la noche. A la mañana siguiente me obsesionaba la idea de no volver a encontrarte en el autobús. Según recordaba, habían sido tres veces de contacto ocasional y dos buscándote como un loco, sin conseguirlo. Esperaba el autobús, esperaba el autobús, esperaba el autobús, viendo pasar uno tras otro hasta que te veía aparecer y entonces solo entonces me montaba y procuraba arrimarme hasta que tú te dieras cuenta de mi presencia. Resultaba difícil ya que la mayoría del tiempo te lo pasabas mirando un libro. Te observaba, te miraba, te recorría centímetro a centímetro y no te dabas por enterada. No podía ser que no sintieras mis ojos penetrándote. A veces me vestía de una manera tan llamativa que a ojos de cualquiera podría parecer un disfraz o una chaladura de un chalado de las muchas y muchos que existen en el mundo !Hay tanta gente tan rara¡ Unas veces me ponía los cascos del MP3 tan altos, que se podían oír perfectamente por cualquiera de los oídos que estuvieran al lado. Otras veces con el sonido un poco más bajo me ponía a tararear el tema que estuviera sonando en ese momento en mis cascos y percibía las sonrisas de los allí presentes. O llevaba el paraguas en un día luminoso o un jersey de lana en un día espléndido de sol o de manga corta cuando no se debía. Algo se me ocurría para que tu mirada se posara en mí... En un primer momento no te encontré guapa, lo confieso. O tal vez no me llamaste la atención pero algo ocurrió, tal vez fue aquel frenazo tan brusco que hizo que tu cuerpo se desplazara hacia donde yo estaba bien agarrado a la barra central. Quiero recordar que fuiste tú la que te echaste encima de mí el tiempo suficiente como para poder oler tu perfume, a sentirte a pesar del asqueroso ropaje que tanto separa el calor de los cuerpos. Reconozco que me pasé el resto del día visitando perfumerías para localizar la colonia que me había embriagado. Pero no fui capaz. Supongo que tu colonia mezclada con el olor de tu cuerpo era el aroma más seductor que yo había olido nunca y eso ninguna perfumería me lo podía ofrecer. Así estuve largos días, intensos días de desesperación, de desesperanza y los fines de semana, más largos para mí que para el resto de los mortales, esperando el lunes y con toda seguridad el momento de volver a verte, mi escurridiza pasajera del circular. Pero era capaz, a pesar de todo de animarme porque pasaba el sábado y el domingo estudiando una estrategia perfecta para acercarme a ti el resto de la semana. Eso me centraba. Necesitaba esa seguridad para sosegarme. No podía ser de otro modo. La medicación controlaba la fuerza, el fuego, que me salía de dentro, algo nuevo que no había sentido nunca y que mi psiquiatra me dijo que era la primera fase de mi recuperación…Quién sabe en estas cosas de la cabeza coincidimos muchos aunque muy pocos saben algo...

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