SOBRE LA MARCHA: AGUS
Empezaba a oscurecer. Había estado esperando este momento con
absoluta inquietud desde que el pasado mes alguien indeterminado, me abordara a
voz en grito y con un dedo acusador me amenazara o me advirtiera, que en un mes
contando desde ese mismo instante, mi vida iba a dar un giro completo y que
hasta que llegara iba a pasar momentos muy amargos. Era un día en que a pesar
de ser invierno hacía sol y calentaba lo suficiente como para que el paseo
fuera uno de los momentos gratificantes. Iba agarrado de la mano de Miriam, mi
mujer y por el otro extremo de mi hijo Carlos el mayor de los tres que
teníamos. Se puso de frente, me miró con los ojos muy abiertos. Traté de
escaparme de ellos porque hacían daño. Tenía una mirada como de espanto, como
si realmente me hubiese visto en ellos algo más que un iris de color negro y
una pupila mucho más negra todavía. Es decir pura y llanamente mis ojos.
Conseguí zafarme de él sin darle más importancia, a la vista de mi hijo: una
ligera alusión a la pobre gente que había perdido la cabeza. Y como para seguir
justificando delante de Carlos mi actuación le dije que si nos hubiéramos
entretenido seguro que nos habría pedido dinero. Lo cierto es que ese hombre
siguió detrás de nosotros apuntándonos con su dedo acusador y amenazante
durante un tiempo que a mí me pareció un tiempo eterno, hasta que por fin y sin
ningún motivo aparente se paró. Siguió su mirada espantada hasta que nos perdió
de vista cuando pudimos doblar la calle. Fue en ese preciso momento cuando giré
mi cabeza para comprobar si estaba y efectivamente seguía tan delirante con una
cara de justiciero. Ninguno de los dos ni mi mujer ni tan siquiera Carlos, que
era muy dado a preguntarlo todo, le dieron más importancia tan sólo en esos
mismos momentos y como para tranquilizarnos hicimos un típico comentario y
asunto zanjado.
No sé porqué extraña razón me empecé a poner nervioso días más
tarde cuando me vino ese encuentro a la cabeza y lo comenté en el grupo de
colegas. Aunque todos coincidieron en la locura del personaje, que iría muy
borracho o colocado, Pedro, no inmediatamente, no en ese momento, sino una
semana después me llamó para decirme que tenía algo importante que decirme.
Insistió mucho en que teníamos que estar los dos solos. Lo repitió casi como
una súplica: no lo olvides es importante que nos veamos los dos a solas Y en
algún lugar tranquilo, pero con gente llámese bar o cafetería alejado de
nuestras zonas tanto del trabajo como de nuestras casas. Acepté al principio,
un tanto asombrado, diría que casi divertido, por ver por primera vez a Pedro
un poco preocupado por algo en su vida. Siempre había sido para mí una persona
envidiable, era un tipo feliz, un ser libre de preocupaciones. Abrazador sin
par, golpeador de espaldas, machacón de manos, encantando de haberse conocido.
Lo que se dice vulgarmente un ser repugnante en ese sentido. Parecía que la
palabra problema, no existía para él. Pero en el caso de que los tuviera y que
nadie lo supiera entonces es que era el actor más bueno que la industria del
cine había perdido. El más grande…
Tengo que confesar que mi primera reacción a la llamada de Pedro
como ya he dicho, me pareció hasta divertida, pero conforme se iba acercando el
momento me fui poniendo algo nervioso y no sabría decir el porqué. La verdad es
que es muy raro en mí el nerviosismo porque no va con mi carácter. Esa flojera
en las piernas, ese malestar en el estómago, que sentía, me empezó a inquietar
sobre manera, porque nunca me había pasado eso. Y es que esa llamada tan
extraña de Pedro, me produjo cierta inquietud, por no saber si iba a ser una
petición, una consulta, una confidencia o qué demonios y quería poder estar a
la altura de lo que pudiera demandarme. Reconozco que le llamé unas cuantas
veces, por motivos dispares y de paso le recordaba que el viernes habíamos
quedado y le pedía un pequeño adelanto, por si se me ocurría alguna solución a
lo que me tuviera que contar. Pero me suplicaba que aguantara hasta el viernes
por la tarde momento y que me podría dar toda clase de explicaciones. Como es
natural no solamente no me tranquilicé, sino que aceleró aún más mi ansiedad,
algo realmente desconocido en mí. Viví aquellos días alterado y cualquier cosa
por muy nimia que fuera me sobrepasaba. Cualquier pequeño contratiempo a la
rutina me llevaba a un extremo de mi carácter. Mi estado en general había experimentado
tal alteración, que seguro que mi organismo no iba a poder asimilarlo. Bueno,
ni Miriam tampoco, si hubiera sido más largo el tiempo de espera.
El tan ansiado viernes llegó y como con más de media hora de
adelanto sobre el horario previsto, llegué a la cafetería-bar. Pedro llegó
veinte minutos tarde sobre la hora y que sumada a mi media hora de adelanto me
tenía ya con los nervios a flor de piel: también por los tres cafés con un
chorro de brandy que me había tomado en esos largos minutos que rozaron la
hora. Aunque mi cara se lo dijo todo cuando apareció, ni le saludé, por si no
le había quedado suficientemente clara mi protesta. Después de unas cuantas
disculpas absurdas y sin dejarme decir nada me agarró fuertemente las dos
manos. No es que me importara, pero a vista del resto de las personas que
estaban a nuestro alrededor sentados cada cual en su mesa dábamos la sensación
de amantes enfadados o de dos amantes que con la vista fija el uno sobre el
otro se estaban declarando su amor. Pero realmente estaba lo suficientemente
excitado y sobre todo concentrado en lo que Pedro me tenía que contar como para
preocuparme de lo que pasaba en el exterior de aquella pequeña mesa del café.
Mira Sebas, me vas a llamar paranoico o débil mental o lo que te salga de los
cojones, pero tengo la sensación por el lugar donde tuviste el encuentro con
ese hombre y lo que te dijo, que es la misma persona que me abordó a mi también
y que me dijo palabra por palabra y gesto por gesto exactamente lo mismo. Le
miré una y otra vez. Dejé pasar unos segundos, por si me decía alguna cosa más
y al ver que no había nada más que eso, di un golpe encima de la mesa y le
increpé muy cabreado que si para decirme esa mierda me dejaba casi sin dormir
durante una semana. Me dieron ganas de machacarle la cabeza. Realmente no sé
que esperaba que me anunciara, si la tercera guerra mundial, la llegada del fin
del mundo o una nueva glaciación y zarandeando sus manos y golpeándolas sobre
la mesa le dije. No me jodas Pedro, para que me digas esta mierda, para que me
digas que a ti te pasó lo mismo y que seguramente le ha pasado lo mismo a
cientos de personas que han paseado por el mismo sitio o por otros sitios y se
han encontrado con el mismo chalado, me vienes descubriendo como un gran secreto
lo que ya sé. ¿Que hay un chalado señalando a la gente y gritándola y
persiguiéndola? Para esto tanto secretismo. Anda y vete a la mierda y no me
jodas más. Pedro estás mal de la cabeza, se te ha ido la pinza... Vamos no me
jodas...mi indignación le llegó a preocupar, por mi reacción tan violencia, tan
desatada. Había sido una olla cocinándose, no sabía qué, durante días y días a
fuego lento y había pasado una semana muy mala. Que me viniera con estas
chorradas de patio de colegio era lo único que a mí no se me hubiera ocurrido
pensar y mucho menos viniendo de él. Me volvió agarrar las manos ahora más
fuerte todavía y me dijo creo que le conozco. Qué conoces a quien Pedro, me
estás volviendo loco. Al fulano que nos abordó, al personaje que nos señaló con
el dedo, al personaje que yo no quise ni oír lo que decía mientras me marchaba,
te enteras de una vez. Mira Sebastián, siempre me llamaba por el nombre
completo cuando me tenía que decir algo serio, el día que me ocurrió no le di
ninguna importancia como me imagino que te pasó a ti. Pero cuando te oí
contárselo a todos, empecé a darle vueltas a la cabeza y como si alguien me
hubiese iluminado rememoré el hecho y no me digas tampoco porqué, se me
apareció la cara del tipo. Y no sé tampoco el porqué me da la sensación que es,
tragó saliva, Augusto Moreno…Pero que me estás contando. Pero qué coño me estás
contando Pedro deja ya de decir tonterías que me estás poniendo muy nervioso y
estoy al límite de mis fuerzas. Que sí Sebas que es él que ha vuelto para
ajustarnos las cuentas, que tengo su memoria metida en mis recuerdos lo he ido
madurando durante todos estos años. Es él Sebas, créeme, tienes que creerme.
Pedro, pedro, le puse las manos en su cara porque estaba balbuceando. Éramos
unos niños y Agus se ahogó y no tuvimos la culpa de nada de lo que pasó. Solo
fue mala suerte Pedro. Se sonó fuerte con un pañuelo de papel que le
proporcioné y cuando estuvo más relajado me aventuré a preguntarle por Luis,
por si sabía algo de él, pero me contó que le había llamado al único lugar
donde había vivido durante todos los años que le conocimos y que allí ya no
había nadie. Me acerqué a su casa y estaba abandonada debía de hacer mucho
tiempo, por el estado en que se encontraba. Éramos unos niños Pedro, tan
inocentes que nosotros no nos dábamos cuenta realmente de lo que supuso ni tan
siquiera en la ausencia de nuestros juegos de "a cuatro para
todo". Supongo que pensábamos que volvería de algún modo, pero no de la
manera que tú dices Pedro y que todo habría sido un mal sueño . Que aquella
tarde a cuatro niños con ganas de comerse el mundo, vino el mundo y nos comió a
nosotros sin piedad. Se nos echó la muerte de Agus encima como es la muerte de
inesperada e hija de puta. No pudimos ayudarle, no pudimos hacer nada por él y
si lo hubiéramos podido hacer no lo hicimos tal vez por miedo a que la muerte
también nos atrapara a nosotros, por un terror que nos paralizó a los tres al
mismo tiempo. Notamos como la muerte se fue apoderando de él a pesar de su
lucha por salir de sus garras como si la estuviéramos viendo en una película. Y
nosotros petrificados para siempre. La vida a partir de ese momento dejó de
existir de la manera que la conocíamos. Nos quedó latente la herida y a Pedro
le brotó y me contagió...Nada volvió a ser lo mismo. Nada nos volvió a
consolar. La nada se instaló en nuestras vidas…
Me quedé atrapada en la intriga de los personajes . Este relato es directo , coloquial , vivo e intenso . Despierta el interés y las ganas de saber cómo acaba la experiencia que los personajes han vivido . Bravo por la atmósfera creada y la tensión emocional recreada .
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