SOBRE LA MARCHA: La cosa

La llave entró en la cerradura y giró sin dificultad. Si no era esa mi llave, entonces había bombines iguales que se podían abrir con llaves distintas. Del mismo modo se debe suponer que encontrándome tan perjudicado por la ingestión excesiva de alcohol no me di cuenta de nada. A la mañana siguiente intentando aliviar los efectos tan agresivos de la noche anterior y tumbado en el sillón, me llamó la atención el llavero que colgaba de la llave que estaba puesta en la cerradura de la puerta de mi casa. No era mi llavero. En mi vida había tenido un llavero igual que ese. Era una especie de cabeza grande de conejo o de oveja. Grande y pomposo. Blanco-sobado. Me acerqué a la puerta para constatar o para cerciorarme que aquello no era producto de mi imaginación ahogada por el güisqui. Era. Era oveja, grande, pomposa, blanca y sobada. Me dirigí a la habitación y a pesar de no ver ningún bulto aparente tiré de las sábanas hacia fuera de la cama a ver si la dueña de aquél espantoso objeto estaba plácidamente durmiendo en pelotas sin mi consciente permiso, no tanto por hacerlo en pelotas, que yo también lo hacía, sino por hacerlo en mi cama. Joder no había nadie. Aún, hubiera podido explicarme que la llave se la hubiera dado a la persona con la que me hubiese enrollado a sabiendas de que iba a pillar un buen pedo, que la hubiera puesto en su espantoso llavero y que al traerme a casa se la hubiera dejado colgada en la cerradura…En el cuarto de baño…entré y tampoco había nadie. Joder no puede ser. Todo un enigma para los estudiosos de los misterios. Sonaron unos golpes fuertes en la puerta de entrada y que me alarmaron tanto que pegué un ligero brinco, lo suficiente como para tirar un buen trago de café en la alfombrilla del baño, por supuesto de un color blanco impoluto. No sé qué hora era y aunque no debía ser muy pronto, sí lo suficiente como para golpear las cosas de esa manera tan, tan alarmante. Lógicamente abrí y allí estaba mi ex Eva que se había dejado las llaves puestas y venía a recogerlas. Eran de ella. Empezaban las cosas a tomar forma, como a encajar. Yo allí en pelotas en el descansillo del piso, con la puerta medio cerrada como queriendo ocultar a alguien ¿coño a quién?, con la taza de café en la mano tratando de taparme la cara de bobo, mirándola a los ojos con cierta curiosidad como no creyéndome esa aparición y toqueteando el asqueroso llavero para sacarlo de la cerradura y dárselo a su legítima dueña…porque claro con la trompa que traías ayer cualquiera te hubiera dejado tirado durmiéndola en el felpudo de casa pero por respeto a tu hijo no lo hice aunque me arrepiento. Coño de todo me arrepiento y es que soy gilipollas ya me lo decía Pili (su amiga íntima: una víbora), este en cualquier momento se te presenta con la lágrima floja y tú que la tienes aún mucho más floja le dejas pasar y se te apalanca. No seas imbécil y hazme caso por una sola vez en tu vida. Y mira solo te digo una cosa.- Esto ya lo decía con el dedo amenazante y muy cerca, demasiado cerca.- Para cuando venga de trabajar espero no verte por aquí y a ver si te olvidas de esta dirección o es que siempre coges el mismo taxi cuando estás borracho. Y a ver si haces más caso a Luisito cuando estás sereno y puede disfrutar un poco de tu pensión que hace unos meses que no sabemos nada de nada. Y tápate esa cosa que te vas a resfriar. Me echó tal mirada de... como de...cómo diría yo...de desdeño tan cruel que en un acto reflejo el resto del café cayó a mi cosa y al felpudo pasando por los dedos de los pies antes de que la taza fuera al nuevo lugar para ser tapada. El café, menos mal, estaba frío después de tanto quebranto. Sin duda era mi ex casa, mi ex mujer, mi ex cama y mi ex mundo. La llave de la casa estaba sin duda en mi manojo de llaves que las tendría al retortero y que también sin duda habría abierto con ellas. Pero no me acuerdo. Que fácil resulta todo cuando hay un buen razonamiento. Ves estoy aquí porque me trajeron mis piernas. Entré en la casa que ha sido mía hasta hace bien poco y me quedé pillado cuando vi la monstruosidad que colgaba de la cerradura. Solo eso y lo demás una estupidez…

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