SOBRE LA MARCHA: Vaya por delante

Vaya por delante que todo lo que cuento, escribo, concibo desde mi enloquecida cabeza, es fruto de la imaginación con sutiles tonalidades de hechos acontecidos no solo, que se procura que haya poco de eso, por el autor de estas letras, sino por lo que uno va recogiendo de aquí o de allá; verdadera riqueza dónde las haya. Supongo que todos nos nutrimos de lo mismo o de algo muy parecido. De algo tuyo. De algo mío. De los dos. De ambos. De tres. De otros. De un grupo o de varios. Y sin que esto tenga que ver con que esté totalmente de acuerdo con lo que dicen, a veces, esos seres que son los personajes y que se les trata de dar vida propia, dotarles de voz, de gestos, de inteligencia, de pasado y de futuro. Otras veces ni eso...
Dejó el libro. Como preámbulo no estaba del todo mal pero no era el momento propicio como para que le dieran una disertación de cómo se hace un relato y abrió otro de los libros que tenía en la mesilla de noche. Lo volvió a cerrar como si se hubiera olvidado de algo y le pasó las manos por las tapas para asegurarse de que el título coincidía con el libro que quería ojear, amen y de paso, para quitarle el polvo que tenía acumulado y empezó a leer...
Habían pasado muchos años desde que la vio por última vez y creyó por la recuperación de su aspecto en su débil memoria, que no había pasado el tiempo. Sintió como un mareo y sobrexcitado se sentó en el banco más cercano. Se sentía inmensamente feliz por haberla encontrado de nuevo pero no se atrevió, así tan de sopetón abordarla. Y se estremeció pensando que a lo peor no le reconocía. Había pasado mucho tiempo y el tiempo no es precisamente un fiel aliado para el recuerdo, sino al contrario, lo desbarajusta todo, lo empeora todo. El estado físico lo deja hecho añicos y solo el hecho de avanzar hacia donde estaba ella le costaba demasiado esfuerzo como para llegar a presentarse fresco como a él sin duda le hubiera gustado. No le pareció que hubiera pasado el tiempo por ella. O desde allí con su vista tan deteriorada, no podría haberlo jurado ante un tribunal, la imagen que recibía tal vez fuera un pequeño engaño de su imaginación también, cómo no, deteriorada...
No había pasado la primera página cuando se le abrió la boca y profirió un sonoro bostezo que le hizo dar un respingo como si hubiera perdido el control sobre sí mismo. Tampoco le agradó a esas horas que nadie le contara tales historias. En vista de que no era su día para elegir el libro que quería empezar a leer, resolvió el problema apagando la luz y tratando de conciliar el sueño sin que le aturdiese ni el escritor con sus enseñanzas, ni el señor mayor con sus desvaríos. Bastante tenía él con sus cositas...

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