SOBRE LA MARCHA: Cabrón

No sé qué me pasa, pero no me encuentro nada bien. Llevo unos días que no levanto cabeza y las ojeras están empezando a aparecer y se me marcan demasiado en la cara y se me oscurece el rostro de tal manera que cualquier persona me lo nota y mucho más los allegados. Claro síntoma de que algo no funciona bien dentro de mí. Me asusta porque son los mismos síntomas que cuando estaba en el momento más álgido del sufrimiento y tenía en contra a mi gente. Trataba desesperadamente de convencerlos de que la persona que había elegido para mí no era tan mala, que yo le ponía en un estado casi desesperado sacando lo peor que él tenía escondido y le hacía perder el control de tal manera que ya no era muy dueño de sus reacciones. Yo, sin embargo, no tengo nada escondido, porque todo lo saco a la luz. Creo que no podría vivir ni un segundo con tanta mierda dentro de mí, aunque esa mierda se la diera a los demás: como dice un amigo: La mierda no se la niego a nadie. Pero ahora me doy cuenta de que sí puedo vivir con mierda a mi alrededor impregnándome de ella y sin ser consciente. Mierda que se te adhiere a la piel y te penetra en los poros y lo interiorizas como algo tuyo, como algo que tú has creado y que, por esa razón, trae las consecuencias que trae. Como en algunos tratados que he leído contra una acción, una reacción. Pero por fortuna, ya me siento limpia, estoy salvada, estoy con ganas de tirar para adelante, tengo muchos motivos para vivir mi vida con la máxima de las fuerzas, pero es costoso y tengo que pagar mi peaje que se me hace duro `porque no se fían de mi porque ya he caído varias veces como una insensata en lo mismo y con distintas justificaciones. Y de nada han servido las advertencias. Pero me tenía eclipsada, me tenía subyugada, había perdido como color, el color de la vida, de la alegría de vivir. Estaba muda, ciega, sorda y sobre todo tonta. Ha sido mucho tiempo de humillación. considerándome la mujer más inepta y pusilánime de todo el sistema solar. Hizo una labor lenta pero efectiva conmigo y no me di ni cuenta hasta casi el final, hasta casi mi final. Ese adverbio de cantidad ese "casi" es el que me salvó el que me mantuvo con vida y con el juicio no perdido del todo. Y mira que por mucho que me lo decían no era capaz de sacar mi cara y sacaba la de él. Y desesperaba a todos, a propios y a extraños, porque lo veían tan claro y yo tan fuera de mí. Tan dentro de mi realidad. Y entendí que mi debilidad era su fuerza que no tenía nunca que hacer un gran esfuerzo para conseguir todo lo que quería, desde lo más nimio hasta el sacrificio más delirante que se le podía pasar por su trastornada cabeza y cada vez pedía cosas más imposibles…Ya pasó, porque ni lo bueno ni lo malo dura eternamente. O eso espero…

Comentarios

  1. Gracias mi amor por escribir con tanta emotividad. Nunca dejes de hacerlo, es un privilegio leerte. Tas , TNT y tat. Cuca.

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