SOBRE LA MARCHA: No siempre es lo que parece

Me aburro soberanamente: Me aburro de ver, de oír, de sentir, de ir y de volver, todo tan rutinario, todo tan marcado. No sé cómo la gente de mí alrededor no lo ve, o no lo oye, o no lo siente. Sencillamente no se cansan de la vida que llevan o es que lo llevan con tanta dignidad que no soy capaz de darme cuenta. Pero a mí me parece que es como que la historia no va con ellos. De una cosa estoy convencido y es que debe de haber gente como yo, que siente lo que yo siento, que sufre por las cosas que yo sufro y que aguanta lo que yo aguanto a diario. En todo caso no puedo creer que se esté completamente solo en este mundo. Así que, amigo, que sientes lo que yo siento y que no puedes quedarte impasible, dime algo, hazme una señal, muéstrate como amigo y échame una mano. Hace años que nos atacan con tanques y nosotros les respondemos con piedras. Hace años que utilizan armas que no he visto jamás pero que he visto su capacidad de destrucción. Esas armas que alguien ha diseñado y alguien ha construido y que tienen una gran capacidad de matar, aunque ellos se escuden en la defensa del enemigo y demás eufemismos para tapar la realidad. Deben de tener armas muy sofisticadas que pueden manejar desde el sillón de su casa viendo una película del oeste, castigando a su hijo por no meterse en la cama cuando se le dice y apurando las últimas gotas del licor que un colega ha mandado burlándose de todos los controles. Y todo a pulso de botón. Hay zonas, por lo general las más próximas a la franja de separación, ahora muro de hormigón de bastantes metros de altura, que están totalmente destruidas, que no queda piedra sobre piedra y que mi única diversión es acercarme lo más pegado que me deja el sentido común, escalar los escombros de una de tantas casas y tratar de ver más allá de lo que la vista me alcanza, la otra zona, la zona que nos aniquila, la zona que nos odia tanto como para no dejar ni uno solo de nosotros vivo: hombres, mujeres, ancianos y niños. Sin hacerle asco a la palabra masacre. Y me pregunto el por qué de que esta tierra valga más para ellos que casi para nosotros que somos los que vivimos en ella desde hace cientos de años. Ceo que en otras tierras lejanas habrá gente como yo, que sufra como yo. Que sienta lo que yo siento y que se aburra soberanamente de estar siempre en el mismo sitio. Oyendo lo mismo, contemplando la destrucción de mi mundo y pensando en lo que se hará mañana…Mientras tanto hay un hombre en coma, desde hace tantos años que ya ni me acuerdo de él, que entró como un poseso, en desbandada, como queriendo solucionar lo que para ellos siempre ha sido un problema, pasando por las armas a dos numerosos asentamientos, organizando un escándalo a nivel mundial y el mundo no le castigó nunca. Solo la vida que en tan pocas ocasiones se acuerda de castigar a alguien, fue capaz de dejarle fuera de juego momificándole en vida, eternizando su desaparición como castigo a lo que nunca debió de hacer. Lo triste es que todo sigue igual, aunque a veces parezca lo contrario, porque no siempre es lo que parece…

Comentarios