SOBRE LA MARCHA: El Parque del Retiro
Las
nubes se dejaban ver entre los frondosos árboles del Parque del Retiro. Era muy
niño y recuerdo que me dio durante un tiempo, por caminar pisando con uno de los pies, uno de
los bordillos del camino del paseo. Esta manera de caminar me producía una
cojera que me recordaba y me transportaba al colegio. Me gustaba hacerme el
cojo desde que vi a uno de mis nuevos compañeros que había ingresado a mitad de
curso, cojo de polio y como novedad era una atracción de todos nosotros por su
manera de andar, de moverse para caminar, para correr. Le recuerdo muy activo; no se quedaba
sentado en los recreos si no que era el primero en perseguir como un poseso la
pelota, aunque nunca llegara a tiempo. El primero que levantaba la mano para
que le pidieran para un equipo y siempre se quedaba el último estaba claro.
Pero no perdía el humor ni las ganas de seguir hasta que en algún momento le
eligieran a él y no como el último y por consiguiente como una carga pesada.
Nunca consiguió llegar a tiempo a la pelota si no fuera porque alguno de
nosotros se lo pasaba por verse encerrado o como último recurso o por pura
equivocación y la perdía en el momento. Pero él seguía disfrutando del juego
con sus compañeros. El que más gritaba, el que más protestaba, el que más la
pedía. Esta manera de ser y su deje andaluz, le hizo cada día más cercano a
todos.
La
polio, enfermedad desconocida por todos y que ningún profesor se atrevió a
atacar aprovechando la presencia de Álvaro, el hojalata, para dar una clase
maestra que, educativamente hablando, hubiera sido de gran valor para todos
nosotros, en todos los sentidos y que mucho más mayor supe lo que era y la que
había organizado entre la población infantil durante unos largos años de la
postguerra.
Álvaro
Hojalata murió en ese curso. Después de las vacaciones de semana santa no
volvió a aparecer por el colegio y esas maneras que tenían los adultos de
ocultismo, de proteger en exceso, de contestar con evasivas cualquier pregunta
incómoda, esa estupidez de para que nadie me vea me tapo la cara, era la tónica
general de aquellos años de la infancia de toda una generación marcada por el
color gris, el olor rancio en la boca de los curas amenazantes con las llamas
del infierno, la señorita Francis a todo meter en la radio y las eternas cartas
de ajuste esperando la programación infantil…
Menos
mal que el Parque del Retiro siempre me recordará a aquel compañero arrastrando
digno sus hierros o sus hojalatas. Confieso que todavía, cuando vamos a pasear
por allí y agarrado de la mano de mi mujer, me pongo a caminar con un pie
puesto en el bordillo mirando las nubes que aún se dejan ver entre los
frondosos árboles del Parque del Retiro.
releer tus relatos es un canto a los sentimientos pasados en la infancia o la juventud.
ResponderEliminarDe una manera mágica haces fluir tu lenguaje sencillo ,, tierno y directo y ,sin embargo , haces brotar en mi alma recuerdos nítidos que ya tenía olvidados .
ResponderEliminar¿Quién no recuerda a su antiguo compañero de colegio, ,el color del cielo esa tarde que llovía a mares , las manos arrugadas y fuertes de el abuelo ....? Como tú lo cuentas
ResponderEliminares lo sorprendente. De una manera sencilla , natural y , sin embargo , con mucha capacidad para emocionar .
Leer tus escritos es asomarse al balcón de una escena de la vida . A todo color , olor y sabor ..... impregnando de sensaciones todo el alma . Pura magia.
ResponderEliminarSabes pintar con palabras.
De vez encuando reviso tu página para ver si soy premiada con el disfrute de leer algún relato tuyo . Si no lo hay nuevo rebusco entre los antiguos y asi me quedo satisfecha..
ResponderEliminarMe gustan los nombres que eliges o citas en los relatos . Padrepaco , Madrepepa , Casina, Alvaro........Tienen gusto a pueblo , a apódos que pone la familia cuando hay eso , un apego , una unión irremediable de cercanía y de cariño ,. No son nombres de ahora , algunos si , los de la gente joven a veces , pero los de los mayores huelen a trabajo de campo, mucha cocina y guiso ..... Eres un maestro de las palabras.
ResponderEliminarHe leido el artículo La Duda . Claro ,casi hasta el final no daba crédito a cómo estaba escrito que se me antojaban frases con apenas sentido . ¡Qué genialidad de tú parte mimetizarte con el pensamiento de alguién que desvaría y plasmar cómo pensaría las cosas . Me parece una genialidad.
ResponderEliminar