SOBRE LA MARCHA: Pedro
PEDRO
Ni escapularios, ni medallas
del niño Jesús ni de María santísima.- cuando Pedro se exaltaba lo hacía siempre
de una manera desmesurada como si de esa exaltación y su grado dependiera la
credibilidad de lo que decía. A veces parecía que le iba en ello la vida – ¡Nada
de eso! ¡Ya está bien! Ni cadenas de oro, ni plata de la que cagó la gata, ni Cristo
que lo enchufó. Ahora este es el escapulario, ni Cristo en la cruz, ni plaquita
del RH, ni colgantes de brillantes de Swarovski y ahí se quedaba pillado, bueno
aunque reconozco que ese colgante le queda muy bien a la persona que lo lleva
puesto. - Y señalaba con los ojos, el puesto de María, al resto de los
compañeros que quedaban expectantes por ver qué decía con esa gracia que Pedro
siempre había tenido y que al saberlo también sabía explotarlo. - Aunque desgraciadamente no he sido yo el autor
del regalo y no por falta de ganas. - Sobre todo porque le perdía esa mujer, la
compañera que llevaba ocupando el puesto de trabajo desde hacía ya cinco años, en
la mesa contigua a la suya, los mismos que hacía ya que falleció su gran amigo
Andrés y que de vez en cuando le apetecía hacer un comentario en alto como para
que no se perdiese su memoria. Su recuerdo hacía entristecer al resto y
aprovechaba para seguidamente quitar un poco de dolor y decir que gracias a él su puesto había sido
ocupado por una bella dama y le hacía una reverencia a María y todos reían la
gracia menos la susodicha que sabiéndose el centro de las risas ahora, trataba
de esconderse por entre los papeles de su mesa de trabajo… y después de ese
paréntesis seguía con su discurso… esto es así compañeros y compañeras y los
que no lo hacen ahora, lo acabarán haciendo tarde o temprano, esto es lo que
hay que colgarse al cuello. – Y enseñaba su maravilloso colgante con cierta satisfacción
en el rostro como si él hubiera sido el mismísimo inventor de dicho aparatejo
del demonio - sí compañeros y compañeras – las risas se dejaban escuchar
cuando alguno le decía que parecía un sindicalista dando un discurso. Pero él
seguía a su rollo. Sí compañeros y compañeras hablo del Pen drive sujeto a una
cordel ancho de nylon, para colgárselo al cuello. Y lo cogía con la mano y lo
levantaba como si de un trofeo se tratara o como si estuviera vendiéndolo como
un charlatán. Esto es así, ni más ni
menos y lo demás son chorradas de nuestros antepasados que a ellos les sirvió
de mucha ayuda sobre todo en los momentos malos, pidiendo clemencia o perdón agarrados
a sus santos colgantes, pero eso ya es
historia, y hacia un alto en el camino como para llenarse de aire el fuelle de
sus pulmones y seguía con un guiño – historia sagrada claro está. A esto nos ha llevado la tecnología; el futuro inmediato se queda obsoleto
en el momento que semanas después es desbancado por otro futuro inmediato. El
último modelo del futuro inmediato queda atrasado, casi vulgar, y los que
siempre intentan estar a la última y gastándose una fortuna, por ser los poseedores
del último modelo tecnológico de lo que sea, quedan frustrados semanas después.
Todos miraban a Pedro aunque ya no le hacían demasiado caso porque sabían cómo
era y aunque verdades las decía como puños, o no era el momento, o el momento
era del todo inadecuado o sencillamente se extendía demasiado. Es verdad que se
le tenía un gran afecto y siempre se le dejaba que participara en cualquiera de
los eventos que organizaban los más jóvenes de la empresa y que con gusto le
daban la invitación, y él lo agradecía yendo a donde se le invitara. Las
personas más pijas, en todos los trabajos las hay, aunque no se adecúe ese
trabajo a su gran categoría, trataban
siempre de convencer al anfitrión de la fiesta que tratara de persuadir a Pedro
para que no fuera a alguna de más categoría, que tal vez se le había ido un
poco la lengua al invitarle, que seguramente no se iba a sentir demasiado
cómodo, no con los compañeros, que ya conocía a todos de sobra, sino con las
diferentes parejas de esos compañeros y que claro sería una situación
desagradable que se montara cualquier maremágnum. Como en alguna ocasión
todavía recordada. Y así se lo hacían trasladar, tan crudamente, a lo que Pedro
asentía y como en un acto de profunda
dignidad decía que no se preocupara de nada que de todas formas no pensaba ir porque le había surgido un
compromiso ineludible. Aunque en verdad había tomado esa decisión poco después
de proponerle ir. Sabía perfectamente dónde debía de estar y dónde no, adónde
debía de ir y adónde no y los compañeros más cercanos también eran capaces de decírselo
por muy cruel que pareciese. Al final era tan fácil como empeñarse en pasarlo
mal y hacer pasárselo mal al que no se lo merecía y eso si que no lo iba hacer
nunca. A lo que el anfitrión descargaba
una espiración larga de satisfacción. Al día siguiente se dirigía a los
compañeros presentes y buscando la complicidad de todos decía en voz alta
cuánto sentía que Pedro no pudiera incorporarse como uno más a la fiesta. Y Pedro
ponía cara de sentirlo y todos le saludaban con la mano en alto hasta que uno
de ellos en el colmo de la estupidez y del recochineo aplaudió y después del
silencio, largo, espeso, cargado de malas vibraciones, cargado de poca bondad y
de mucha mala leche Pedro acercándose al palmero le dijo entre dientes pero lo
suficientemente alto para que todos lo oyeran. - No voy sobre todo porque vas
tú - Se hizo un gran silencio, se
dirigió a su puesto y siguió trabajando y hablando como si tal cosa. Era buen
fajador, siempre lo había sido y esas situaciones las dominaba perfectamente.
Era una de las cosas por lo que había mucha gente que le tenía un aprecio
especial y porque era buena gente claro…Levantó la vista minutos después y echó
una larga carcajada que hizo destensar el ambiente. Todo volvió a la normalidad…o no.
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