DEL CUADERNO DE NOTAS

25 de octubre de 1.989

Aquella conversación con José fue tan importante para mí que no hay noche que me acueste sin antes apuntar alguna cosa, aunque esta, a priori, carezca de importancia y de interés. Pero sí me ayuda a superar ese miedo a explicarme con tan poca fortuna, como creo que hago en multitud de ocasiones. Y vuelva a sufrir el parón…ni una línea más…se acabó. Y se acaba por largo tiempo hasta que no sé muy bien porqué en cualquier momento soy consciente que no soy peor que los demás que además les editan libros y que las estanterías de las librerías están atestadas de libros que yo jamás compraría y que dudo de la gente que los compra. Y me parece todo una chufla. Y en ese momento engorda mi ego porque sé que a todos esos escritores efímeros les llevo muchas frases de ventaja y eso empuja a seguir escribiendo. Mucha lucha durante muchas horas con las palabras, amén de desvelos en una buena racha de ideas o que la musa a una hora intempestiva se acuerda de ti y te despierta con una brillante idea para desarrollar interesante y te levantas y tomas nota porque de sobra sabes que como lo dejes para la mañana ya no te acordarás de nada del chisme que te sopló la musa. Y es que hay pocas musas y las que hay están dando vueltas buscando los oídos de otro incauto de las palabras para soplarles cualquier otra historia. Así que aprendes a saber que lo que no es para ti será para otro o no será para nadie y se acabará perdiendo. Lo único que exigen las musas es tener el oído afinado y ellas hacen el resto.

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