SOBRE LA MARCHA: Casi el sueño eterno

Mantengo en todo el cuerpo el olor a fritanga de ese condenado bareto en el que, nada más entrar, me ha tirado un poco para atrás su denso olor. Pero por consejo de un compañero de trabajo que me lo recomendó vehementemente como uno de los mejores garitos para picotear y teniendo en cuenta que este personaje se jacta hasta la saciedad de conocerse casi todo el espectro hostelero de Madrid ciudad y alrededores: he ido. Fuimos. Al entrar no me me di la vuelta, ganando la calle para poder respirar a algo más que a humo de tabaco y a frituras varias, de milagro. Aguanté el tirón del deseo y el del brazo de Sandra que con su fina pituitaria le dio una sonora arcada, mal llamado en nuestro argot oficinero, arcahón. Su entrecejo arrugado pegando las dos espesas cejas, que es uno de mis fetiches, una a la otra y esa mirada inquisitorial, no dejó lugar a dudas de que esa podía haber sido una noche de velas y polvos y que con toda seguridad se iba a convertir en un combate de grasa y anti grasa en la ducha peleando, con la esponja en una mano y el fairy en la otra y frotando fuerte como ella sabe frotar además de días sin volver a pisar otra cosa que no fuera una cafetería y la cocina de casa para comer y cenar. Largos, diría que eternos días de recuerdos dolorosos, quejas insoportables y alguna fina ironía rayando en el sarcasmo más cruel de Sandrita. Tengo que decir en honor a la verdad que no todo fue tan desagradable. La comida quitando las famosas frituras de la casa, que de ninguna manera íbamos a consentir aceptar, las demás recomendaciones del camarero fueron decentes. En fin, se ha de entender que por un mínimo sentido de la lógica no podíamos sumar más grasa y más olor a lo que nosotros casi potamos y que el plato especial de la casa se lo podía ahorrar. Lo demás estaba bastante bien. El vino hizo el resto y aunque no hubo manera de acabar esa noche como toda persona racional la hubiera acabado sí dejó un recuerdo amable y un olor imperecedero a fritanga…En la televisión echaban una pelu antigua de esas en blanco y negro y así recostados reposando la grasilla nos llegó el sueño……

Comentarios

  1. Ya podías decir donde está el garito, mas que nada para darle esquinazo.

    ResponderEliminar
  2. Un poco flojo. Debe ser que con tanta grasa las neuronas se te han quedado atascadas.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario