DEL CUADERNO DE NOTAS

31 de Octubre de 1.989

Quiero hacer una consideración remontándome a cuando hice mi primer poema. La sensación que yo sentí fue de asombro y de orgullo ante aquél atrevimiento solo apto para los grandes. Yo podía juntar las letras y me salían palabras; palabras que medía, buscaba los sinónimos correspondientes a las palabras que yo quería decir para que tuvieran el ritmo deseado: resultaba difícil a tenor de los años que tenía, doce, pero era maravilloso comprobar que aquello tenía sentido. Supongo que todo el mundo ha necesitado escribir un poema o hacerse un diario o escribir un cuento: pero solo uno tal vez hasta dos o tres pero ahí acaba todo. Digo yo que de alguna manera el "gen" literario me tocó a mí. O por lo menos el gusto por la literatura otra cosa distinta es el talento que puedes llegar a tener o saber adquirir los conocimientos suficientes para hacer de esto algo inteligible. Pero se adquiere con tiempo: lo que es importante es aprender a jugar con las palabras sin miedo. Tratar de hacer las combinaciones suficientes para saber colocar las letras a la palabra adecuada y esta a su vez en el lugar adecuado en la frase y además con el miedo justo; mucho mejor con ingenio, con humor, pero, sobre todo con sentido. Pero para lograrlo hay que perseverar y el tiempo acumula sabiduría. Los inconvenientes, que hay variados, y que pueden poner en dificultades nuestra tarea creativa, deben arrinconarse como si su existencia dependiera solo en el grado de atención y entrega que se les dedicare. Y pensar que poca gente tiene esa libertad, sobre todo económica, que se necesita para dedicarle todo tu tiempo a escribir, o a pensar, o a leer: demasiado bohemio para los tiempos que corren. El horario impuesto es el justiprecio que hay que pagarle a la vida por haber nacido en tus condiciones. Y entonces la guerra es la de luchar por hacer huecos, utilizar parte del tiempo libre o sencillamente el tiempo dedicado al sueño y eso es…cansado. Pero para esto es preciso saber estar todos los días solo con el pensamiento puesto en el relato, poesía, novela, que estés escribiendo, dándole forma en tu cabeza para plasmarlo en el papel. Buscar y encontrar la más mínima excusa para ponerte a trabajar en el oficio que a ti te gusta, que teniendo la suerte de tenerlo como diversión, tan maravilloso, es un autentico insulto no continuarlo, no utilizarlo para tu propio divertimento aunque solo sea para eso que no es poco. Poder trabajar enlazando letras para formar palabras que suenen a algo. Contar una bonita historia de amor o de odio que contenga algo más que el enlace mecánico de las palabras. Que le lleguen al lector como si hubiera sido él mismo quien lo hubiera escrito así.

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